«Relatos y fragmentos», título acertado para la exposición que José Luis Arbulú presenta en la galería Artco. Arbulú egresado de la Ensabap – también ha hecho estudios en Saint Martin’s School of Art de Londres y en la Academia Central de Bellas Artes de Beijing, experiencias ambas que han dejado rastro en su obra.
Esta exposición, que ahora ofrece, reúne un interesante conjunto de pinturas recientes, en el que propone un verdadero reciclaje, a la par que una reinvención de sus propuestas anteriores. No solo en la composición de las imágenes totales. En ellas logra una verdadera reunión de fragmentos que logra relacionar sin fusionar, compartir un límite amplio sin traicionar la independencia visual de cada uno, proponer una verdadera cohabitación del espacio plástico utilizando con pericia la sutileza de un color o la reiteración de un elemento anónimo y monótono. En verdad estas pinturas se han armado con pequeños fragmentos, franjas o iconos, que se comportan como vocablos de un idioma personal y narran un diario de vida que, para el espectador, conserva la oportunidad de la obra abierta. Elementos para armar, o datos para indagar, en verdad el resultado es libre, y en la curiosidad empeñosa por lograrlo, ocasionada por la oferta visual que aparece explícita, aunque en principio críptica, reside el mayor interés de esta obra. Además de esos datos de fácil identificación, Arbulú recurre a signos, grafías, manchas seriadas, espacios geometrizados, unidades visuales como puntos o entramados armónicos, alguna pequeña abstracción reiterada, la organización en polípticos irregulares, complementando o diversificando la posibilidad de un juicio único y previsible. Una propuesta seria e interesante, bien planteada y cargada de muchas posibilidades.
Elida Roman – Lima Perú
José Luis Arbulú, expone más de una docena de cuadros de gran formato en la Galería del Palacio Municipal de Miraflores. Se trata de uno de nuestros pintores jóvenes que sin dudas, ya encontró el mundo de la madurez. No vemos cuadros suyos desde 1986, cuando exhibió en la Galería de Arte Gala, de la calle Alcanfores. Un gran impacto ocasionó en nosotros aquella muestra y recordamos haber escrito una nota que nos costó un buen trabajo redactarla, venìa con una huella de Odilòn Redon. Después lo perdimos de vista porque él viajó a China, a Pekín, con una beca.
Ahora, luego de una exhibición en la Galería Thaddaeus el año 1991, que no pudimos ver por encontrarnos fuera del país, hemos vuelto a mirar y admirar sus nuevos cuadros. Pintura siempre difícil pero seria, con una gran unidad no solo de tratamiento de la técnica sino también uniforma en las modalidades de su discurso. Perros afelinados (de felinos), trazos de bambúes dispuestos en diferentes posiciones, rocas, lomas , colinas y cielo, configuran los elementos de sus posibilidades combinatorias que hacen pensar en láminas de ilustración para textos escritos, propuestas, proverbios, pensamientos, cuyo tema privativo en cada cuadro determinan la elocuencia de cada “estado”; elocuencia que es válida para cada título, único vínculo que tiene el espectador, pero no con el referente real que ha motivado la creación en el pintor.
Sin embargo, el arte por si solo se salva, cuando sentimos en cada cuadro, la sensación que transmite su contenido: “La búsqueda”, bambú con la simbología verde y el perro felino en blanco, “El camino” perro-felino negro, camino blanco, “El Éxodo”, rodeado de montañas ocres y cielo cobrizo, con la expresión gráfica del cuerpo alicaído del animal. Así se va encabalgando la serie : “Sueños”, “El retorno”, “El vigía”, “Los opuestos, plateado y cielo y el animal entre bambúes.
Arbulú, sin dudas está seguro de lo que hace con sus materiales y, de otro lado, juega con su espectador, dejándole solo el regocijo del tema y el título para cada lienzo, poque él sabe que las especulaciones en torno al “mensaje” convertirán a su obra en subsidiaria de un contenido, cuando, visiblemente, cada cuadro suyo vale por sí solo
José Antonio Bravo – Lima-Perú
Arbulú es un destacado pintor que ha transitado por diversos caminos hasta emprender su viaje a China, donde residiera becado aprehendiendo, particularmente, un espíritu artìstico que a su regreso al Perú nos sorprendiera con paisajes evasivos, pintura plana y una apariencia de opulencias que contrastaba con la severa sensualidad de las líneas. Habìa en estos cuadros una suerte de erotización de la superficie, una piel formada por la pintura metálica, un cuerpo tatuado con los rasgos de la presencia del felino, o la huella de los caminos. Y una vez penetrado por este sender era difícil vislumbrar los meandros por los cuales penetrarìan las futuras propuestas de Arbulú.
Sin embargo, ahora en Trapecio el misterio comienza a develarse en una muestra que permite apreciar a un pintor que se aventura a penetrar por nuevos conceptos sin abandonar totalmente el pasado. Por eso los planos permanecen, pero hoy son acompañados por una textura rica y precisa, y particularmente por una geometría que fragmenta el cuadro, permitiendo una fusión de buena parte de lo mejor del siglo en Occidente, sobre lo que va incorporando sus recuerdos orientales.
Arbulú siempre ha sido un pintor de técnica sobresaliente que hoy presenta su propuesta más personal y arriesgada. La aceptación de un color que no teme a la estridencia _ como ocurre con sus magníficos rojos _ y una renovación de la presencia del hombre, largamente ausente de sus cuadros, que ahora asoma entre penumbras. Finalmente si los dorados se repiten o el paisaje tiene una presencia casi solitaria en la muestra, es para permitir al autor traducir en términos geomètricos los planteamientos de esa etapa que tanto marcaba su obra.
Par muchos la muestra de Arbulú es la despedida del pasado y la aventura hacia el futuro. Para nosotros es una esplèndida simbiosis entre ambas etapas de la vida que reúne la experiencia de un hombre que hoy orienta su búsqueda a procesos más cerrados y, simultáneamente más audaces, manteniendo el rigor de los inicios y la severidad que constituye la esencia de su obra. Los suyos son cuadros austeros que no evaden el placer visual, en un juego de contradicciones donde encontramos a un pintor respetable, cuya rica trayectoria estamos comprometidos a seguir.
Luis E. Lama – Lima Perú
El séptimo retorno de José Luis Arbulú es un conjunto de pinturasrecientes que nos permite reencontrar la obra de un artista que siempre ha despertado justificadas expectativas.
Partiendo de una figuración donde lo simbólico comandaba un discurso entre narrativa y enjuiciado, sus experiencias en Europa y China marcaron y modificaron el vocabulario iconogràfico y también el sistema de construcción de una imagen que acepto e incorporò del Oriente, una despreocupación por la perspectiva tradicional, y un internamiento en la síntesis más lineal y monocromática de la forma, cómodamente desplegada en el espacio que servía antes como albergue que como zona invadida.
Más tarde, la incorporación de ciertos elementos decorativos, asì como el empleo de dorados y plateados brillantes, pareció conspirar en contra de la calidad y claridad de su planteo inicial, pero asistimos ahora a un nuevo viraje que lo lleva a retomar, con otros instrumentos visuales, esa sutileza y rigor que lo caracterizaba.
Esta colección reciente, que se exhibe en la galería Trapecio, permite encontrar un decidido avance hacia la abstracciòn que lo va ganando paulatinamente, siempre en movimiento hacia compromisos de síntesis formal. La alusión al paisaje, severa, austera, medidad y muy controlada, asume ahora un protagonismo compartido con lo sìgnico o geomètrico, lo impreciso como reflejo exacto y más bien aspirante a lo simbólico estricto.
El color asume gamas secas y bien puesto y distribuìdo, vuelve a esta pintura nada concesiva y si esforzadamente atractiva en su severidad. Es evidente que Arbulù está en vìas de una transición hacia objetivos aún no definidos. Transiciòn inteligente y analítica hacia las posibilidades que la pintura en sì misma ofrece a este interesante y talentoso artista y que nos hace ratificar la seriedad que siempre ha caracterizado su obra.
Elida Roman – Lima Perú
Cuando semanas atrás pudimos acercarnos a la obra reciente de José Luis Arbulú, tuvimos una primera y breve aproximàciòn a un planteo feliz, donde la conjugación de los elementos anteriores de su trabajo se unìan y reelaboraban a través de la incorporación de elementos técnicos y estilísticos, que el artista recogiera de su experiencia reciente en la China.
Tenemos ahora un encuentro mucho más amplio, fecundo y definitivo con su propuesta, en la exposición rica en número y contenido, que presenta en galería Thaddaeus.Pese a una primera visión inmediata, que pudiera asociar sus pinturas a la tradicional china, es inevitable que ese “algo más” de la intención nos atrape y nos lleve, imperceptiblemente, por profundos caminos de la conciencia.
Estos paisajes-escenario no tienen la pretensión de expresión efìmera de un instante. Sirven para albergar la actitud del elemento-personaje, en este caso entre perro y chacal, animal y símbolo, quizás metàfora de yin y yang, lo claro y lo oscuro.
Arbulú ha sabido aprovechar con audacia las posibilidades de una construcción sòlida, básica, a la que yuxtapone o superpone manchas y trazos, dándole un ritmo seguro con el pretexto del camino, el cerco, la piedra, el rìo, etc;aprovechando también las infinitas posibilidades del matiz cromàtico que el dominio de la técnica utilizada permite. Fabula o discurso, Arbulú no propone anécdota. Su ambición va más allá, no sabemos si intuitiva o reflexivamente.
Estos protagonista cargados de fuerza, instinto, pasión contenida, parecen buscar el abrigo imposible. Soledad, predestinación, entre desamparo y dominio, ambigüedad existencial, podemos imaginar, proyectar, jugar, construir y destruir para nuevamente inventar, todos los argumentos y los sentimientos que nos animen y nos motiven.
En su obra “Entre el ver y el pensar”, J. Elliot, refiriéndose a la idea de estilo, nos dice- y nos parece adecuada la cita “… En momentos culminantes de una formulación cultural, el hombre, unido en un grupo coherente, idiosincráticamente definido, genéticamente estable, “vivo” bajo una atmòsfera de ideas clarificadoras, y dotado de sabiduría, podría resolver, en relación con su visión del mundo, y así crear un refugio mental con sus formas en la intemperie metafìsica. En otras palabras, los estilos cabales extienden la mente y la cobijan..”. Arbulú pareciera estar en el feliz camino hacia esa cabalidad.
Elida Roman – Lima Perú
El joven pintor peruano Luis Arbulú, que perfeccionó sus estudios de la Pintura Tradicional China en la Academia Central de Bellas Artes de Beijing, muestra en su obra “Esperando”, que domina perfectamente los efectos delicados de la pintura a tinta china.
Tanto los temas como los proyectos están de acuerdo con las normas de la pintura china tradicional, además de innovarla.
Yu Feng
Critica de arte
Directora de la Galería de Bellas Artes de China